Antonio Illanes talló la portentosa imagen del Cristo de las Aguas en el año 1941 sin saber que tres años después, ésta vendría a sustituir a la que ya hiciera para la Hermandad de Las Aguas y que perdió en el incendio que sufrió la corporación en la capilla que poseía en la parroquia de San Jacinto en el mes de octubre de 1942.
Precisamente, con Antonio Illanes como hermano mayor de la cofradía, se firma el contrato en el que la Hermandad adquiere la imagen de «Cristo», un portentoso crucificado sin potencias y clavado en la cruz por cuatro clavos, siguiendo el modelo de las revelaciones de Santa Brígida, teniendo la particularidad que sus piernas no se cruzan, sino que se muestran en disposición paralela.
Como dato curioso, Illanes firma su obra como «Mi mejor obra» junto su rúbrica en la parte trasera del paño de pureza.
Las modificaciones de la obra original
La Hermandad de las Aguas adquiere la imagen de un Cristo que no llevaba potencias, que estaba colocado en una cruz plana y que no contemplaba la quinta llaga, por la que la propia cofradía de Las Aguas expresa su paso de misterio alegórico: «uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua». Cómo signo de la pasión de Jesús, la imagen del crucificado muestra en su cabeza la sangre brotando de su frente, elemento que nos muestra la intención inicial de que la imagen portara corona de espinas, aunque nunca lo ha hecho.
Con esto, es el propio Antonio Illanes quien retoca a la imagen para realizar la quinta llaga en el costado y es en el año 1966 cuando abre en la cabeza de la imagen (con reticencias de hacerlo) las aberturas para colocar un juego de potencias. Además, se modifica la cruz en la que va la imagen, pasando de ser plana, a ser una de estilo arbóreo (sustituida antes de la bendición).
Primera restauración del Cristo de las Aguas
La primera restauración del Cristo de las Aguas la realizó Peláez del Espino en 1980. En esta restauración se acometieron diferentes acciones como el taponamiento de los orificios para las potencias y cubrir el sudario con pintura blanca, tapando la policromía original.
Segunda restauración a la que se somete al Cristo de las Aguas
Fue en 2008, 28 años después de la primera intervención, cuando Enrique Gutiérrez Carrasquilla devuelve el máximo esplendor a la imagen y recuperando estampas perdidas hasta entonces para los hermanos de la corporación del barrio del Arenal. Los trabajos se centraron en una limpieza general de la imagen, el sellado de las grietas que presentaba el cabello, la consolidación del ensamble del brazo derecho y la colocación de un nuevo sistema de sujeción a la cruz.
Igualmente se sustituyeron los clavos por otros de acero inoxidable. Se reintegraron las pérdidas de policromía de los regueros de sangre de las cinco llagas, elementos claros que reflejan el sufrimiento viviendo en los momentos de la pasión. Y además, se redescubre la oreja izquierda, confundida por un mechón del cabello a causa de la suciedad. También se retiran los tapones de los orificios de las potencias, así como se devuelve a su estado original la policromía del sudario.
Este fue sin duda, uno de las claves de la restauración de Gutiérrez Carrasquilla, pues permitió volver a ver esta parte del crucificado que presenta un estofado en oro con temple blanco y rayado con un dibujo en forma de pequeños círculos.
Tercera y actual restauración a la que se va a someter el Cristo
Es en este año 2023 cuando los hermanos de Las Aguas han aprobado volver a restaurar la imagen del Crucificado, a cargo de la empresa Musae. Estos trabajos se destacan por retirar toda la suciedad acumulada, barnices oxidados y reintegraciones anteriores dejando visible la policromía original con las pátinas que aún conserve, que seguidamente se consolidará. Estos trabajos también contaran con labores de saneamiento de las grietas y aberturas que presenta en el soporte de madera a lo largo de la talla, especialmente en las uniones de piezas presentes en los brazos y el paño de pureza.
Asimismo, se reintegrarán las pérdidas de policromía original con técnicas al agua, estableciendo criterios de diferenciación con el original conforme a las leyes y Cartas del Restauro en las que se apoyan los profesionales de la conservación y restauración del Patrimonio.
Estos trabajos finalizarán en el ocaso del año 2023. Dándose la curiosidad, de no ser una única persona la que realice estos trabajos, sino un equipo multidisciplinar encabezado por las conservadoras-restauradoras Ana Cordero y Esther Soler, el historiador del arte Ramsés Torres, además de contar con científicos, químicos, etc., que aunarán esfuerzos para llevar a cabo el proyecto de restauración de la venerada imagen.